VUELVA USTED MAÑANA
VUELVA USTED MAÑANA
sábado, 19 de enero de 2019
Entrevista con BROKE LORD en Atonal
Me entrevistaron en ATONAL a cuento de mi gemelo maligno, BROKE LORD. Pueden leerlo AQUÍ.
viernes, 18 de enero de 2019
Yonquis de ayer, hoy y Denver
Hablo AQUÍ -un texto algo libre escrito en diez minutos con la lucidez de las tardes perdidas- sobre Neil Hagerty y su disco DENVER. En exclusiva en Kaput, el único blog que importa...
sábado, 8 de diciembre de 2018
SAILORS OF THE HIGHWAY
Una enredada reflexión sobre el viaje y otras perversiones necesarias que pueden encontrar AQUÍ
viernes, 11 de mayo de 2018
El taller, la patria y otras preguntas sin contestar
(Escribí este texto para una revista que ahora no recuerdo por encargo de mi buen amigo Aser Álvarez, que había estrenado poco antes el fantástico documental sobre Francisco Leiro "Sísifo Confuso" y que aportó las entrevistas realizadas durante tal proceso. Hoy he encontrado el texto entre el montón de morralla digital de mi escritorio. Aquí queda. Previamente había escrito otro en la misma dirección, para Frontera D, que se puede encontrar AQUÍ)
El que pregunta se arriesga a un sinnúmero de cosas, y el conocimiento no es la más inofensiva. Se arriesga, por ejemplo, a que le contesten. Y se arriesga a que no lo hagan. Son esos, quizá, los dos problemas clásicos de quien entrevista a un artista, no los únicos. El primero, encontrarse con un discurso teórico demasiado elaborado, que el interrogado ya se ha repetido mil veces a sí mismo hasta despojarlo de sentido; un relato de los propios motivos que de puro sólido no deja pasar la luz de lo cierto. El segundo, su opuesto: encontrarse con ese creador hosco, huidizo, que ha decidido hace tiempo que prefiere callar, no por falta de reflexión sino por otras razones, y dejar que la obra hable. Sólo la obra. Leiro es un ejemplo pluscuamperfecto de este segundo obstáculo como se puede observar con pétrea nitidez en “Sísifo Confuso”, el documental en el que Aser Álvarez ha sabido retratar a escultor arosano (Cambados, 1957) en la plenitud de su trabajo.
El que pregunta se arriesga a un sinnúmero de cosas, y el conocimiento no es la más inofensiva. Se arriesga, por ejemplo, a que le contesten. Y se arriesga a que no lo hagan. Son esos, quizá, los dos problemas clásicos de quien entrevista a un artista, no los únicos. El primero, encontrarse con un discurso teórico demasiado elaborado, que el interrogado ya se ha repetido mil veces a sí mismo hasta despojarlo de sentido; un relato de los propios motivos que de puro sólido no deja pasar la luz de lo cierto. El segundo, su opuesto: encontrarse con ese creador hosco, huidizo, que ha decidido hace tiempo que prefiere callar, no por falta de reflexión sino por otras razones, y dejar que la obra hable. Sólo la obra. Leiro es un ejemplo pluscuamperfecto de este segundo obstáculo como se puede observar con pétrea nitidez en “Sísifo Confuso”, el documental en el que Aser Álvarez ha sabido retratar a escultor arosano (Cambados, 1957) en la plenitud de su trabajo.
“¿Qué puede decir de un poema el que lo ha escrito?”, se
preguntaba el escritor portugués Alberto Torga: “Todo lo que tenía que decir,
lo dijo en él, al hacerlo”. Y sin, embargo, paradoja, ahí está la frase escrita
en sus esenciales “Diarios”, como testigo de que el mismo afrontó esa pregunta,
tan de periodista. Oh, sí, los periodistas son una plaga. Es intolerable, no
nos dejan trabajar. Leiro es, pues, de la estirpe de Torga (o de la estirpe de
esa frase de Torga, al menos), y muy
tópicamente gallego, si se quiere: ante la pregunta directa recula y caracolea
como una montura ante un rayo; se disuelve en un charco de vaguedad que hay que
arañar luego con lupa para llegar a conclusiones: “¿Qué es la arte para mí? El
arte, Dios mío, qué cosa más difícil, no lo sé… Para mí el arte es una cosa
abierta, una cosa muy amplia, no tengo tampoco una idea muy clara de lo que
quiero hacer. Para mí el arte es aquello que buscas y nunca encuentras, porque
no sabes dónde está. Eso es el arte”.
La respuesta, quizá la más larga del artista en todo el
metraje, abre “Sísifo”. Y bien está ahí, para dejar claro que, ante el enroque,
el documental tiene que tirar por otro camino. El esfuerzo de Aser Alvarez
triunfa, en consecuencia, por su elección de la imagen frente a la palabra; por
una narrativa cuasi táctil que entrega lo artesanal de Leiro al espectador en
todo su esplendor: el gran festín visual de la lucha por la forma. Ese
necesario proceso de amputación dejó (fuera) otras palabras, claro. Palabras
que observar de cerca. Agrupémoslas por temas y hagamos una paraentrevista difícil,
anómala, que pueda ser la raíz de preguntas futuras. Quizá sea útil para otro
periodista, si Leiro vuelve un día a bajar la Guardia. Pero no explicitaremos
esas preguntas futuras, deberían ser obvias, caer por su peso, igual que la
obra.
Arosa, capital
Santiago. Galicia, capital Madrid.
Decía el clásico poema de Kavafis “La Ciudad”, en suma, que
igual que uno desperdicia su vida en Cambados la ha desperdiciado en Santiago,
Madrid o Nueva York. Cierto, quizá, cuando la mudanza obedece a una fuga. Menos
cierto cuando obedece a un ansia natural de crecimiento. Una pregunta hecha de
modo recurrente a los artistas (o debería de serlo) es la de la influencia del
entorno en la obra, y en cierto modo, el mismo documental “Sísifo Confuso”
responde a ella al situar cada una de sus partes en uno de los lugares donde el
escultor, a modo de círculo, ejecuta su proceso: Cambados, Madrid y Nueva York,
precisamente. Leiro, nacido en un pueblo pequeño y “deitado ao sol/a beira do
mar”, dentro de una provincia periférica, pareció entender rápido lo que decía
Lou Reed recordando la infancia de Andy Warhol: “cuando has nacido en un pueblo
pequeño lo único que sabes es que tienes que largarte de allí”. Aunque fuese
para volver. Su visión pronto estuvo en otro lugar. “Santiago é para mín moi
importante, antes de que houbera outras universidades estaba Santiago”,
reconoce sobre la ciudad donde trabó conocimiento con los representantes
locales de los movimientos surrealistas (Méndez, Anselmo). “Os de Arousa somos
Santiagueses”, resume, “eramos da provincia de Santiago, era a nosa cidade. O
mestre mateo facía o papel de Bellas artes”.
Santiago se quedó naturalmente pequeño, en algún punto: “Nun
principio quería ir a Barcelona, pero despisteime no camino e vin a Madrid”,
comenta con esa sorna algo inocente suya: “Madrid é a capital de Galicia”. Tras esa compleja verdad a
bocajarro, Leiro esboza después dos encuentros esenciales con la riquísima
diáspora cultural galaica en El Foro: “Laxeiro vivía en Madrid e tiña tertulias no Gijón. A Celso Emilio
coñecino alí a través de un Galeguista,
Sueiro, que convidoume a unha exposición colectiva no Toisón de Oro. No seu
despacho había sempre alguen. Estiven tomando viños con él. Eu tiña 18 ou 19
anos. Cando o coñecín eu ía con zocos pola galería”.
Pero Madrid se queda pequeña, también: “Fun a NY fun cunha
beca. A galería Marlborough xa coñecía a miña obra”. La colaboración duraría
desde el 89 hasta hoy, y ayudaría sin duda a convertirlo en uno de los artistas
gallegos de más renombre, concediéndole “una infraestructura que necesitaba. Se
non fose así houberame costado traballo entrar en NY”.
Precocidad y
estajanovismo
Las cosas han cambiado, claro. “Hoxe podería estar traballando
en calquera sitio”, reconoce, “non é necesario facelo nunha cidade como antes”.
Una suerte doble –la del éxito y la del cambio de los tiempos- que le ha permitido
tener sede en cambados, Madrid y NY sin dejar de considerar que su patria es el
taller: “Vivo no taller”. Una declaración que refleja la ética proletaria
simple que unifica sus distintos procesos: “un día normal meu é coma o de
calquer traballador, Horario laboral regular. ¿Que diferencia hai entre un
traballador e un artista?”.
A ese planteamiento estajanovista hay que unir una visión
precoz de los propios deseos. “Eu xa fun a Santiago querendo ser escultor”,
dice, reconociendo que el poso y la curiosidad iniciales los adquirió a borde de mar: “Cambados é un
pobo histórico, Valle Inclan, Cabanillas, Asorey que era amigo do irmán dun tío...
Tamén na casa había ambente artístico…”. Todo daría frutos pronto: “No ano 75
fixen a 1ª exposición en Cambados e outra en Pontevedra. Estábame formando e xa
facía exposicións”. De esa época data ya la relación de trabajo a caballo entre
ciudades de la que hablábamos: “En Madrid remato o traballo que empezó en
Cambados, onde xa teño feito a fase mais complicada. En Cambados traballo con
axudantes, en Madrid, en solitario. En NY boto tempadas de un ou dous meses,
desconecto do traballo de España. Alí teño mais concentración”.
Dibujo y reflexión,
elementos externos.
En todo ese tráfago de creación, montaje de exposiciones,
viajes, concentración y mutismo fructífero, el documental de Álvarez logra
fijar con claridad entre otros un elemento que un ojo menos atento hubiesen
dejado pasar: el dibujo. Una disciplina que le sirve a Leiro de manera doble.
Pragmáticamente, para decidir el montaje estratégico de sus exposiciones de
gran formato, estructuradas en cierto modo para facilitar un peregrinaje
(piensa el periodista, pasándose de listo): “fago debuxos. Para a exposición
“Purgatorio” calculei as esculturas para o tamaño da galería. Todos os espazos
son limitados aunque o astral é infinito. A Galería Marlborouguh é o mellor
espacio comercial de Madrid. Pero ten as medidas que ten”. En su segunda
vertiente, el dibujo es un proceso automático de destilado heredado del
surrealismo: “o debuxo é como un diario. Debuxo todolos días como un exercicio,
cando atopas algo que gusta, que che sale, estupendo. E debuxo automático”. ¿Es
el dibujo un modo de reflexionar?
“A min cando me entrevistan nunca sei que dicir porque para
min a arte é unha cousa moi ampla, unha cousa aberta. Tampouco teño unha idea
moi clara do que quero facer”, argumenta Leiro. “Pero se non reflexiono sobre o
que fago sería unha merda, o que pasa e que non me gusta teorizar, non teño
tempo, porque me preguntan as mismas cousas que xa me preguntou a de onte”.
Véase que aquí la clave no está ya en esa vaguedad “abierta”
de la concepción artística, sino en el reconocimiento de que sin la reflexión,
la obra no existe. Es sólo que no se nos quiere dar la reflexión, sino la obra.
Es sólo que el making off es un invento moderno y Leiro trabaja según patrones
clásicos.
Valle y Dickinson: el
poema
Es Leiro un escultor, igual que el documental que lo
retrata, prodigioso, pero al contrario que este, poco modesto. Hay algo en él
de la soberbia de los tímidos. Lo afirmo como un halago. Algo que dice “No
estoy aquí para que me hagan perder el tiempo, porque tengo cosas más
importantes que hacer”. Ese considerar que la obra es de importancia extrema,
acaso lo único importante que existe, esa necesaria vanidad del que crea, crea
la silueta de aquello que tenga de grande y se transluce con claridad en su
obra. Está la nobleza de lo cercano, sin duda, pero lo cercano ha sido elegido
entre lo noble, lo primigenio, lo esencial: la vastedad y bastedad de la piedra
y la madera. Está lo igualmente cercano de los temas, pero también sus
evidentes resonancias míticas y su escenografía, nunca mejor dicho, “con peso”.
Claro que… ¿hay algo más cercano que el mito (se pregunta el periodista,
pasándose de listo de nuevo).
Inevitablemente -permítanme que cierre con una frivolité con
sentido-, como he sido criado en el Rock&Roll y no en la escultura, ante
Leiro siempre se me viene a la cabeza otro creador al que probablemente él no
conoce (quizá se hayan cruzado en una pescadería de NY, sin saberse hermanos
secretos): J Macis. Al líder de la banda de rock Dinosaur Jr lo aqueja esa
misma timidez desdeñosa, ese mismo carácter estajanovista y obsesivo y un
similar talento para trabajar sobre bloques de materia en bruto: aunque en su
caso sea el ruido, y no la piedra, la diferencia es idealmente mínima. Además,
igual que Leiro, el americano viene de pueblo pequeño con artistas grandes
(Valle, digamos, en Cambados, Emily Dickinson, pongamos, en Amherst,
Massachussets). Dice el gallego que siempre le gustó en la escultura “o aire de
desmaio, como si estivera xiada, como unha fotografía”. Y en eso también
coinciden.
En el silencio hacia el exterior y en el desbastado de la materia
teóricamente indomable hasta esa polaroid, son el mismo hombre: el que se
acerca esforzadamente hasta conseguir ese momento detenido que acerca las artes
menos místicas a la fluidez estática del poema.
miércoles, 28 de junio de 2017
BROKE LORD - "Death of a Flower"
Nuestro amigo BL, el heterónimo que devoró a sus hermanos en el vientre materno, acaba de publicar un bonito artefacto musical de nombre "Death of a Flower". editan a medias Discos Belamarh y Gog Artifacts Pueden adquirirlo AQUÍ. Recomendado para estancias en el rural hillbilly, meditaciones contrazen y procesos de desenganche, reconstrucción y venganza servida en frío. Gracias.
domingo, 1 de enero de 2017
domingo, 2 de octubre de 2016
SANTOS Y FRANCOTIRADORES (ya a la venta en sus cuevas favoritas)
Radio Nadie informa: mi nuevo libro "Santos y francotiradores (Supervivencia, literatura y Rock&Roll)" ya está por ahí dando vueltas, editado por 66RPM Edicions y localizable tanto en librerías generalistas como en grandes superficies o guaridas especializadas. Si alguien desea una inmersión en la mente creadora de algunos de nuestros músicos más lúcidos, conocidos y desconocidos, es bienvenido a sus 400 páginas de desbarre, ensayo, contraensayo y periodismo navajero. Me llevó dos años. Principalmente porque había que ordenar el productivo caos de veinte o treinta entrevistas de largo recorrido con gente de fuste como Fernando Alfaro, Rafael Berrio, Javier Colis, Josele Santiago, Mursego, Alberto Acinas, Marco Serrato (Orthodox, etc), Xavier Castroviejo (Blooming Látigo, etc), Sonia Barba, Pablo Cobollo, Dorian Vian, Emilio Cascajosa, Xosé Lois García, Juan fernández Navazas, David Bizarro, Jaime Gonzalo o Esteban Hernández. Valió, y mucho, la pena, y aunque al finalizar un libro a uno siempre se le aparece, cada noche, el fantasma de las Navidades desperdiciadas, el espectro de lo que pudo ser y no fue, lo cierto es que el resultado no se asemeja a nada que se haya publicado nunca en este país. Para bien y para mal, suponemos. Bienvenidos a la espartana casa del misterio, donde los psicópatas informan de la otra vida en tiempo irreal. Salud.
Etiquetas:
Alberto Acinas,
Dorian Vian,
Emilio Cascajosa,
Fernando Alfaro,
Javier Colis,
Josele Santiago,
Marco Serrato,
Mursego,
Pablo Cobollo,
Rafael Berrio,
Sonia Barba,
Xavier Castroviejo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)